Está trepando la rosa
a la copa desbordada de mayo.
Todo brinda en abundancia
a la orilla de las fuentes del privilegio.
Me ha tocado vivir el tiempo
de los hombres sin memoria,
que olvidan los poderes altos
que borran los nombres.
El tiempo de esclavos indulgentes
que venden su huella por una cifra
para ser sólo una cifra más
a cambio del festín
que distrae el cuerpo y la mente.
Sentados a la orilla
de las fuentes del privilegio
reposan su sonora oquedad.
Sólo son sombra de su divinidad.
Está trepando la rosa
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