He venido a respirar la noche,
a beberme de un trago las estrellas,
a emborrachar mi espíritu de luces,
a despejar mi rostro de tormentas.
He venido a descalzar el alma,
a clavar a tierra las rodillas,
a levantar el cáliz de mis manos
y a brindar con mi sangre por la vida.
He venido, sin agostar raíces,
dulcemente, a desnudar misterios,
a beberme la savia de sus hojas
y a florecer sus dones en mis versos.