
aunque dormida,
para recostar mis huesos
ya cansados,
para contemplar la vida que decrece
por sus montes desolados.
Déjame la tierra herida,
muerta acaso,
aunque el olvido le muestre
su cadalso
que yo cubriré sus fuentes
con mi llanto.

se apagase
y no quede estrella alguna
que inflame
su esplendor en la laguna,
déjame la tierra Padre
que regreso
con los hombres que la empapen
de esperanzas,
compartiendo todo un cielo
amplio de luz espigada.