Nuestra "civilización" no ve ni escucha las señales de su fin
 Ahora que los profetas han enmudecido 
y el maná se nos ha negado 
masticamos plástico con sabor a fresa.
Ahora que hemos dejado de ser nómadas, 
que nos hemos asentado 
en la ciudad de los prodigios
nuestra sordera es tan inmensa,
tan inmenso el sueño inducido
que ni siquiera escuchamos 
las trompetas de los arcángeles 
que están sonando.
Indolentes masticamos, 
con sabor a fresa, plástico.

