Cuando lloramos por la libertad asfixiada, 
por la injusticia, por el sufrimiento de un ser vivo,
por la injusticia, por el sufrimiento de un ser vivo,
lloramos por todo el sufrimiento del mundo. 
Algunos mendigan sin cansancio 
por los pasillos sordos de la burocracia 
o gritan desde las afiladas torres del infortunio.
Y yo estoy aquí llorando por un pájaro.
Otros mastican el dolor ajeno y el propio 
mientras aporrean con puños de impotencia 
las puertas aceradas de un purgatorio que no merecen
 o mueren sin un gemido 
en llanuras áridas pobladas de buitres. 
Y yo estoy aquí llorando por un pájaro. 
Algunos pisotean  las manos 
de los que mendigan dignidad tan sólo 
y escupen falsedades 
hacia un cielo que aún silencia juicio, 
otros cultivan remansos 
en las orillas mínimas de lo cotidiano. 
Y yo estoy aquí llorando por pájaro.  
Ríos mansos, cansados de podredumbre, 
recorren las calles del mundo,
con atronador bramido 
saltan los barrancos de la injusticia 
tras las aguas pacíficas del gran océano.
Y yo estoy aquí llorando por un pájaro. 
Por su dolor y por su muerte. 
Por todo lo que duele. 
Por todo lo que vive. 
Porque todo es vida. 
Porque todo, todo es pájaro.
