Te pegaré a la tierra
para que brotes encendida
con la vivacidad de las amapolas,
para que crezcas robusta
sobre los montes amplios del futuro,
para que te sepas hija
de mis ciclos lunares,
fruto de mi conjunción de estrellas.
Te sembraré
más allá del declive,
donde el huerto reverbera fértil,
donde el agua acaricia
su amorosa espalda,
hasta que fructifiquen tus trenzas
racimos para el paladar del alma.
Te pegaré a la tierra
perfumada de espliego
hasta que broten primaveras en tus ojos,
para que siembres tú,
otra vez, la semilla desechada,
en la tierra donde todas las batallas se perdieron,
para que florezcas allá
donde al fin la vida
alzará su victoria.