Hay cosas que no se pueden expresar con palabras, ni aunque formen versos.
No hay poema que alcance 
la belleza de una lágrima ambarina 
inmóvil ante el beso del crepúsculo. 
Ni hay verso más sublime 
que esa flor solitaria y azul 
brotando en el corazón de la roca. 
Ni canto más exaltado 
que el despliegue de luz 
de una nube fecunda de sol, 
preñada de tormenta. 
Ni rima más perfecta  
que la sucesión de lomas 
acurrucándose amorosamente, 
con éxtasis de niebla. 
No hay poema que contenga 
palabras más bellas 
que la silueta de una cumbre altiva 
conversando una noche con la luna. 
