La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

10 abril 2010

En la ribera


No mereces de mi alma un suspiro
ni siquiera una lágrima en mis ojos,
sin embargo, a merced de tus antojos
va el espejo de agua en que me miro.


Me susurran las lágrimas del sauce,
muy lejos de tu influjo, en el remanso,
su sombra es caricia en mi descanso
que aletarga el fluido de tu cauce.


Anulas mis reflejos cristalinos,
aunque firme mi lecho en sus vaguadas
va inventando sosiegos anodinos.


Y tú me precipitas por cascadas
que convierten mi agua en remolinos
y me alzas en espumas irisadas.