Si no ponemos freno a la distancia que hemos creado entre nosotros y la naturaleza lloverán las arenas y habrá sal donde paraíso hubiera.
A fuerza de distancia, 
de distancia, 
ajada fue quedándose la tierra, 
arañada profundo por canales, 
distancia que no reconoce huella. 
A fuerza de distancia, 
de distancia, 
se hundieron a plomo las palmeras, 
se erigieron extensos eriales 
donde amante la sombra de la higuera. 
A fuerza de distancia, 
de distancia, 
se fueron los oasis sepultando, 
se abrieron por flores solo piedras, 
se volvieron las aguas llanto amargo. 
A fuerza de distancia, 
de distancia 
hubo sal donde paraíso hubiera 
y no se puso freno a la distancia,
 allá, cuando llovieron las arenas.
 
