Los buitres acaparan la mayor parte de las noticias.
Que me perdonen los buitres de la especie animal,
queda claro que el poema no va con ellos.
Los buitres ávidos se agolpan
en la frontera de la avaricia.
En el rictus
de la desembocadura del hombre
la saliva amarga del infierno
amamanta a las bestias.
Amanece una estrella infame por occidente
y a oriente crece una luna sembrada de odio.
Mientras,
un baile de espejos en órbita
envía falsos reflejos al mundo,
y el mundo, sin conciencia,
rota sobre su propio ombligo
aquejado de narcisismo y obsesiva estética.
Todo para los buitres
que se alimentan de la muerte.
Todo para los buitres
entronados en la cumbre de lo corrupto.