A veces la esperanza nos sostiene prendidos de un hilo muy frágil.
Esperanza se va con la tarde 
a lomos de un corcel crepuscular 
rasgando la bruma. 
 
Esperanza se aleja despacio 
cerrando las puertas del horizonte, 
abriendo las ventanas de una historia 
por nacer. 
 
Esperanza ha pintado de gris 
las paredes del recuerdo. 
Desconoce su origen, 
no presagia la línea 
de su porvenir. 
 
Esperanza ignora la ruta del ave, 
si volverá su canto 
a las ramas invernales 
de su frutal. 
 
Esperanza se fue 
en los brazos amados de Septiembre 
y no dijo 
si pensaba volver.