Los buitres acaparan la mayor parte de las noticias.
Que me perdonen los buitres de la especie animal,
queda claro que el poema no va con ellos.
Los buitres ávidos se agolpan
en la frontera de la avaricia.
En el rictus
de la desembocadura del hombre
la saliva amarga del infierno
amamanta a las bestias.
Amanece una estrella infame por occidente
y a oriente crece una luna sembrada de odio.
Mientras,
un baile de espejos en órbita
envía falsos reflejos al mundo,
y el mundo, sin conciencia,
rota sobre su propio ombligo
aquejado de narcisismo y obsesiva estética.
Todo para los buitres
que se alimentan de la muerte.
Todo para los buitres
entronados en la cumbre de lo corrupto.
Y yo me pregunto ¿Cuándo se abrirá la veda para cazar buitres? Contra esta clase de bichos ni siquiera me importaría empuñar un tirachinas.
ResponderEliminarDesgarradoramente real este poema. Duele y zarandea... y ya es hora de sacudirnos la modorra.
Sí, es hora de sacudirnos de la modorra, pero ellos utilizan su baile de espejos para anular la opinión y la denuncia, para seguir alimentándose a costa de los demás.
EliminarUn abrazo.
me gusto felicitaciones
ResponderEliminarMuchas Gracias, Osvaldo. Bienvenido a mi espacio poético.
EliminarUn saludo.