La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

08 noviembre 2015

Morir inútilmente


Me cansé se morir inútilmente
Me cansé de morir vanamente,
día a día, menguándome,
hasta dejar de existir y no hallarme nunca.
Y comencé a sacudirme la tierra
que a puñados me echaban a los ojos
y a despejarme los oídos
de las corrientes que me ensordecían el cerebro.

Me cansé de vivir la muerte dulce,
de vivir el tibio sol resbalando por los días,
mirando mi reflejo que sea reflejo de otros nombres
y mi sombra silueta de otros cuerpos.

Me cansé de morir inútilmente
de que llorasen afligidos por mí,
ojos que no supieron de mis lágrimas.
Me cansé de la lasitud que me sepultaba
y levanté mis huesos por encima del mármol y las flores
y los enfrenté al viento que mueve el mundo.

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