Me cansé se morir inútilmente
Me cansé de morir vanamente,
Me cansé de morir vanamente,
día a día, menguándome,
hasta dejar de existir y no hallarme
nunca.
Y comencé a sacudirme la tierra
que a puñados me echaban a los ojos
y a despejarme los oídos
de las corrientes que me ensordecían el
cerebro.
Me cansé de vivir la muerte dulce,
de vivir el tibio sol resbalando por los
días,
mirando mi reflejo que sea reflejo de
otros nombres
y mi sombra silueta de otros cuerpos.
Me cansé de morir inútilmente
de que llorasen afligidos por mí,
ojos que no supieron de mis lágrimas.
Me cansé de la lasitud que me sepultaba
y levanté mis huesos por encima del
mármol y las flores
y los enfrenté al viento que mueve el
mundo.
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