Centenaria sombra donde la pluma halló descanso.
En forzada desnudez sólo fuiste sombra hoy,
sombra fúnebre,
inmensa y triste, esmeralda de luto teñida.
Dos cirios encendidos
o dos lágrimas ardientes
quedaron temblando en la mejilla de la tierra,
ardiente y dolido llanto.
Un aullido amargo de silencio
velaba el monte
velaba el monte
bajo una luna sin lobos ni duendes,
bajo una luna sin nidos ni luciérnagas,
bajo una pálida luna de hollín nublada.
Hoy los caminos,
impotentes brazos abatidos,
impotentes brazos abatidos,
circundan un negrura incomprensible.
Arrancad esta abrasadora noche de mi piel
grita Gaia desolada.
Arrancad la noche que me hiere,
ingratos hijos,
porque sólo en mi cuerpo veréis el día.
Bellísimo!
ResponderEliminarCuánta verdad y denuncia hay en tus versos.Cuánto dolor en la piel quemada de nuestra amada Tierra. Un abrazo, Teresa.
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