Amargas estrellas metálicas
llueven en la esclava quietud de la noche.
La tierra escupe
ascuas de odio hacia el cielo.
Mientras, una paloma oscura
guarda el equilibrio,
enferma ante el abismo tenebroso.
Y otra vez caminamos perdidos
entre las telarañas de la venganza.
Al acecho está el arácnido
de la auténtica muerte.
Caín, Caín.
¡Ay! Que no debemos vengar
la sangre derramada.
Tan triste como real.abrazo
ResponderEliminarAsí es, la venganza sólo engendra desolación y muerte.
EliminarPaso a leer tus letras tan llenas de sentimiento....me ha gustado mucho...saludos y un abrazo fraterno.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita. Un abrazo.
EliminarSiempre sabes cómo mover las conciencias con tus poesías. Te quiero hermana
ResponderEliminarGracias hermana. Besos.
EliminarNunca es buena la venganza, pero hay quien no es consciente del dolor hasta que lo sufre en su piel y su carne, a veces sí hay que dar a algunos un poco de su jarabe, Pues sólo a golpes aprenden.
ResponderEliminarEn cuanto a tus versos, magníficos, contundentes, como un latigazo en la mejilla y la sal en los ojos.
Besos