La primavera es muy hermosa para estar en prisión,
sobre todo si esa prisión la construimos nosotros mismos.
No, nunca fue mía esta prisión,
reducto iluminado a cuya espalda
se alzan otras cárceles oscuras,
alimento de gozosos esclavos.
Mis manos, sin violencia,
desintegran los muros,
los templos de dorados becerros.
Mi cuerpo transparente escapa,
camina por el mundo que vive.
No, yo no tiro mis pétalos
para que sigas su fragancia,
oh flor subyugada.
Arranca tus raíces y camina,
la lluvia saldrá a buscarte al desierto.
Rompe el claustro cerámico que te asfixia.
Eres colosal como las plantas amazónicas.
Exhala tu aliento de vida.
Descubre tu estatura hasta alcanzar la luz
que en lo alto se derrama.
La primavera siempre encuentra la forma de escabullirse por las grietas en el asfalto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Maravilloso poema Mª Teresa, es cierto que hay que romper muros y cadenas, para llegar a donde el corazón nos señale... ¡ hay una fuerza desgarrada en estos versos...
ResponderEliminarArranca tus raíces y camina
la lluvia saldrá a buscarte al desierto...
Y el final, son versos de antología.
Descubre tu estatura hasta alcanzar la luz
que en lo alto se derrama.
Mi felicitación por tu poema, y un abrazo grande, en alas de brisas primaverales.
No hay prisión peor que un corazón amordazado al que no dejamos latir al tiempo que marcan los anhelos y la pasión.
ResponderEliminarBellísimos versos
Besos
Precioso, me ha emocionado de veras.
ResponderEliminarUn abrazo