Éstos son mis muertos.
porque son de mi casa y son cercanos,
son los mismos muertos por los que lloré otra vez.
De mi pueblo o distantes
los mismos muertos siempre, siempre.
la enorme cruz de su pan
los que, con el sudor de su frente,
riegan las flores que iluminan a sus hijos
y labran, con el cansancio de sus manos,
el árido camino hasta su casa.
Éstos son mis muertos,
los mismos que mueren de hambre
ante las puertas cerradas
donde se pudre la abundancia.
Son los mismos muertos que lloré.
Los mismos, bajo idénticas bombas
de metralla o de mentiras
que arrasan sus refugios de barro
y apagan todas sus estrellas.
Son mis muertos todos,
pacíficos, inocentes, crédulos, confiados,
víctimas de eternos verdugos laureados de púrpura
cuyo pulgar oscila, ora alzado, ora vencido
entre el poder, el odio y la venganza.
Éstos son mis muertos y me duelen
porque son de mi casa,
los mismos muertos por los que lloré otra vez.
Entregas mucha sensibilidad en tu poema. El poema me recuerda a mi abuelita que no esta ya con nosotros.
ResponderEliminarUn precioso poema que llega al alma, al corazón de quienes te leemos.
ResponderEliminarSensibilidad -como dice la anterior comentarista-, duelo... pero sobre todo mucho de denuncia y de reclamar justicia.
Un abrazo muy fuerte
RBlanco (Sofi)
Tornar al dolor, volver a sufrir sensaciones de ausencia. Clamar a los vientos palabras de llanto teñidas de grana... de sangre y de lágrimas.
ResponderEliminar¿en base a qué Dios os alzais vengadores?
Yo no entiendo de profetas ni de credos, sólo entiendo de la tierra y de la vida... de las manos creadoras y del bosque... y de las flores.
Preguntais por mi Dios y yo no sé...
yo no sé que responderos. Un saludo Teresa y gracias por creer en aquello que si merece la pena... la poesía, la vida... la esperanza.
Son los mismos muertos, siempre..siempre...
ResponderEliminarAhora comprendo a lo que te referías en mi blog, querida Teresa.
...con todo el dolor que expresa este canto..apetece cantarlo suave, lento , dejando que las lágrimas recorran el sentimiento que el mismo poema proyecta.
Un besazo.-
Emociona este recuerdo por aquel terrible atentado cinco años después.
ResponderEliminarEl primer post de mi blog también es un poema homenaje sobre el mismo tema:
"Doscientas rosas ayer rojas
se volvieron negras en un día,
doscientas llamas que se apagan,
doscientos torrentes de vida.
Esta oscura tarde oscura,
de corazones rotos invadida
se ahoga en triste llanto triste,
en una pena inmerecida.
Doscientas velas que hoy arden,
doscientas vidas consumidas,
y tantos sueños que soñaron
¿dónde estarán hoy en día?"
Un abrazo.
Emilio.
ResponderEliminarTu poema es muy emotivo y es preciosa la comparación de las velas con las vidas humanas que se apagaron. ¡Qué amargo día!
Gracias por mantener el diálogo poético conmigo.