La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.
Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.
24 diciembre 2016
17 diciembre 2016
No puedo cantar
Poema escrito en 2004,  la guerra que lo inspiró era otra, o quizá sea la misma. El terrible dolor de las personas que la sufren y que han perdido a sus seres queridos, es el mismo dolor en cualquier guerra. 
Las madres traen sus manos
repletas de muertos. 
En el acíbar de sus lágrimas 
el rostro de su sangre, 
en su boca, sin cansancio 
y sin olvido, el nombre de sus hijos.
No puedo cantar. 
No puedo cantar. 
Bajo el imperio de los espejos 
se amontonan las víctimas, 
sobre el bosque de sus cuerpos 
se yerguen los pilares 
donde siempre se festeja. 
No puedo cantar. 
No puedo cantar. 
Siempre. Siempre 
el reino antiguo 
de la misma muerte. 
Los gusanos de la avaricia 
devoran inocentes sin boca, 
mientras el resto, sin preguntas,
baila sobre su propia tumba
adorando estrellas inexistentes 
dibujadas en el suelo por los hombres. 
No puedo cantar.
No puedo cantar.
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Suburbios © Teresa S.M.
03 diciembre 2016
El brazo de la balanza
La justicia busca su sentido 
extraviada por los pasillos
tras despachos ordenadamente numéricos. 
Busca en el trasiego de gentes que la
invocan 
la justificación de su existencia. 
Pero no hay equilibrio ni poesía 
en el interminable laberinto 
de sus códigos prosaicos. 
Sus versículos son pasajes sin salida 
donde se desorienta temerosa la inocencia.
Elegido símbolo humano, 
falsamente ciego, 
que bajo su venda 
hace un guiño a los poderosos 
y mira de reojo a los humildes. 
Cauce abierto a la injusticia,
balanza desequilibrada 
al peso de los mayúsculos.
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Suburbios © Teresa S.M.
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