Caen visillos sobre la luna escapulario.
En el pórtico del horizonte,
reclinada se abrasa.
Ave, purísima aurora
que alza en sus brazos el sol infante.
Entre los dedos, un rosario lácteo se desliza,
jaculatoria de estrellas,
padre nuestro cósmico.
Salve, Salve, blancura virginal.
Letanía de cirios
en el altar del templo nocturno e infinito
incendia mi pecho penitente.
En tu credo sumerjo mi verso,
en mi boca el salmo.
Custodia que acoges la luz de la vida
bajo el palio cristalino de esta noche.
Caminas, Gaia, como novia hacia el altar.
Tu velo se vierte en mis pupilas,
tu velo me desvela,
tu agua bendita me infunde el bautismo,
me baña en el río sagrado,
de gracia me viste.
Sea así. Amén.
Como enamorada de la vida, tengo que darte las gracias por acariciarme con tus palabras. Amen y mil besos
ResponderEliminarSalve Gaia.
ResponderEliminarEl éxtasis de tu contemplación queda plasmado en tus versos para la posteridad, y esperemos que nunca "in memoriam", a pesar del mal trato que infligimos cada día a nuestro planeta.
Besos y felicitaciones por tan fantástico poema.
Siento reconfortante tus palabras para mi vida.
ResponderEliminarQue bello quedo!.
Saluditos buen dia.
Muy bonita la oración, un grato placer pasar por tu casa.
ResponderEliminarque disfrutes el fin de semana.
un abrazo.
Siempre había pensado en Gaia como algo biológico, pero ese aire trascendental de tu poema... no me desagrada... es pensable...
ResponderEliminarUn saludo desde Medellín
Como siempre... ¡Impresionante!
ResponderEliminarUn abrazo
Rita