La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

23 febrero 2013

Tras los ventanales


¿Quién no quiere un lugar así? ¿Quién, si no lo tiene, lo inventa? 
Es un refugio para los días grises. Para mí es una hoja en blanco y un bolígrafo.


 Hay un lugar tras los ventanales
donde respiran las hojas verdes que me acompañan,
donde un libro, sentado sobre mi regazo,
me habla.

Hay un lugar tras los ventanales
donde una tarde de otoño
languidece de nostalgias,
donde la lluvia resbala acariciando los cristales 
que no se estremecen,
donde el tiempo
dormita fuera en el estanque
sobre un lecho de nenúfares ausente de premuras.

Hay un lugar de ventanales abiertos
donde el viento infla las velas del cortinaje
y mi velero, en solitario,
surca mares infinitos donde todo es vida,
donde la creación está pariendo aún realidades.

Hay un lugar tras los ventanales
donde el invierno tímido
esgrime un cálida sonrisa de sol,
donde la noche amante
prodiga mil y una caricias de silencio.

Hay un lugar
que en realidad no existe,
donde habito.