En el portal del tránsito
la niñez llama al timbre del desamparo,
nadie responde.
Los transeúntes pasan, miran,
se compadecen,
pero van cargados de confusiones.
Dos pasos más allá,
la vejez se escarba las piernas
Los transeúntes pasan, miran,
se compadecen,
pero van cargados de confusiones.
Dos pasos más allá,
la vejez se escarba las piernas
y las manos
buscando los insectos que pululan
entre la lucidez y la locura,
y después,
dobla la esquina
formando un ángulo recto con el sol
que apenas recuerda su rostro.
En el portal del tránsito,
la niñez llama al timbre del desamparo,
la vejez arrastra zapatillas de soledades.
buscando los insectos que pululan
entre la lucidez y la locura,
y después,
dobla la esquina
formando un ángulo recto con el sol
que apenas recuerda su rostro.
En el portal del tránsito,
la niñez llama al timbre del desamparo,
la vejez arrastra zapatillas de soledades.