La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

04 enero 2012

Llorando por un pájaro (Reposición)

Cuando lloramos por la libertad asfixiada, 
por la injusticia, por el sufrimiento de un ser vivo,
lloramos por todo el sufrimiento del mundo. 

Algunos mendigan sin cansancio
por los pasillos sordos de la burocracia
o gritan desde las afiladas torres del infortunio.
Y yo estoy aquí llorando por un pájaro.

Otros mastican el dolor ajeno y el propio
mientras aporrean con puños de impotencia
las puertas aceradas de un purgatorio que no merecen
 o mueren sin un gemido
en llanuras áridas pobladas de buitres.
Y yo estoy aquí llorando por un pájaro.

Algunos pisotean  las manos
de los que mendigan dignidad tan sólo
y escupen falsedades
hacia un cielo que aún silencia juicio,
otros cultivan remansos
en las orillas mínimas de lo cotidiano.
Y yo estoy aquí llorando por pájaro. 

Ríos mansos, cansados de podredumbre,
recorren las calles del mundo,
con atronador bramido
saltan los barrancos de la injusticia
tras las aguas pacíficas del gran océano.
Y yo estoy aquí llorando por un pájaro.

Por su dolor y por su muerte.
Por todo lo que duele.
Por todo lo que vive.
Porque todo es vida.
Porque todo, todo es pájaro.