Voy a defender las leyes
abolidas por las leyes de la ciencia.
Ilustro mis tímidos papeles
con retórica y cerebral sapiencia.
Vengo a descubrir mis manos,
a inclinar humilde la cabeza
y admirar olimpos, los más altos,
donde giran, de nombres, las siluetas,
donde insignes muy letrados
despuntan perfiles de veleta.
De pan oscuro, de vino y queso
traigo sólo zurrón de pobres letras.
No tengo más frutos que mis versos,
holgada telaraña en la despensa
y un canto delgado y quijotesco
a la frondosa sombra de la higuera.
a la frondosa sombra de la higuera.