La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

08 enero 2010

Bailamos frenético vals


A los valientes cooperantes de Greenpeace 

En la falda de los montes
que escupen incandescentes  becerros de oro
bailamos frenético vals.
A la luz de los volcanes
bailamos patético simulacro de lucidez.


Reímos dichosos
mientras las blasfemias del monte
levantan nuestros pies con violencia
y en el cielo surgen muecas
que ridiculizan nuestras hazañas.


Bailamos.
Conscientes abrimos los pozos del infierno.
La Tierra eructa polvo de azufre que estrangula el aire.
Bailamos frenético vals.


Perdido el miedo,
las flores encendidas que ambicionamos
llueven sobre nuestras cabezas cotidianamente
y bailamos,
bailamos frenético vals.