La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

11 marzo 2009

Éstos son mis muertos

En memoria de las víctimas de los atentados del 11-M.

Éstos son mis muertos.
Son mis muertos y me duelen
porque son de mi casa y son cercanos,
son los mismos muertos por los que lloré otra vez.

De mi pueblo o distantes
los mismos muertos siempre, siempre.

Los que cargan sobre los hombros
la enorme cruz de su pan
los que, con el sudor de su frente,
riegan las flores que iluminan a sus hijos
y labran, con el cansancio de sus manos,
el árido camino hasta su casa.

Éstos son mis muertos,
los mismos que mueren de hambre
ante las puertas cerradas
donde se pudre la abundancia.
Son los mismos muertos que lloré.
Los mismos, bajo idénticas bombas
de metralla o de mentiras
que arrasan sus refugios de barro
y apagan todas sus estrellas.

Son mis muertos todos,
pacíficos, inocentes, crédulos, confiados,
víctimas de eternos verdugos laureados de púrpura
cuyo pulgar oscila, ora alzado, ora vencido
entre el poder, el odio y la venganza.

Éstos son mis muertos y me duelen
porque son de mi casa,
los mismos muertos por los que lloré otra vez.