La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

18 febrero 2009

Réquiem por los álamos

En memoria de una docena de álamos blancos derribados en mi calle

Podrán robarme las rosas,
podrán romper los bancales
de mi huerto, el fruto
y la flor de mis frutales,
podrán robarme la nana
del arrullo de mi calle.

Nadie acunará las noches
de gatos en el tejado
cuando derriben la sombra
de mis versos asomados.
¿Quién sosegará mi sueño?
Ay, de mis álamos blancos.

Ay, de mis álamos tristes,
por engarzar la esperanza
voy hilvanando mis verdes
en el blanco de las ramas
pero el cerebro del hombre
está en el brazo del hacha.