La poesía toca con sus alas lo más pequeño, lo más excelso, toca el dolor y la alegría.

Nos pega a la tierra, a los seres vivos, nos eleva y transporta a otra dimensión.

10 octubre 2008

Cuando amanece

Cuando amanece
muestras en tu rostro
la inquietud del alba,
el sable afilado de la luz
que todo lo indaga,
el ansia de alcanzar
la hora del mediodía
y recorrer el horizonte que bosteza.

Pero yo
ya tengo la tarde
reposando sobre mi espalda,
la hora nona, serena,
en que todo sestea
y no me interrogo
por qué una mariposa rota
lleva las alas cargadas
de polvo de estrellas
ni por qué la piedra del río
escribe su historia
en la orilla del mundo que la ignora,
ni dónde va el ave
que dibuja su sombra sobre la hierba,
sobre el mar y sobre ese niño
que intenta tocarla.

Sólo quiero permanecer despierta
cuando la tormenta recorra la noche temerosa,
herida de luz.

Ya sólo recojo el silencio
que gota a gota roza mis labios,
ávidos, desérticos,
ya sólo contemplo
la esencia viva que late.

Una brisa diáfana en la tarde
me acompaña
por la vereda azul
que aún no he pisado.